lunes, 14 de diciembre de 2015

"LOS VIAJES DE GULLIVER de JONATHAN SWIFT

   Esta novela de Jonathan Swuift ha sido leída como una novela infantil, pero en ella subyace una cruda visión de la sociedad de su tiempo y del hombre que pasa por muy variados temas: desde consideraciones más trascendentales como las ideas de justicia o filosofía, pasando por la economía, la política, la vida doméstica, la estrategia militar, la salud,...hasta llegar a la propia idea de creación, desde una mentalidad ilustrada, crítica y muy lúcida, que encuentra en los viajes y en la narración en primera persona un modo de mostrar la realidad. El ideal que la razón descubre obliga a Swift a extremar su fe en el ser humano. Su propio final, abandonado a la locura, es testimonio de su lucha interior y de las contradicciones que le tocó vivir.
            Audiolibro, presentado por Mario Vargas Llosa:

https://www.youtube.com/watch?v=YRa5jqYp7Yc (consultada por última vez diciembre 11, 2015)   

Parte IV - Capítulo III
Aplicación del autor para aprender el idioma. -El houyhnhnm su amo le ayuda a enseñarle. -Cómo es el lenguaje. -Varios houyhnhnms de calidad acuden, movidos por la curiosidad, a ver al autor. -Éste hace a su amo un corto relato de su viaje.
Mi principal tarea consistía en aprender el idioma, que mi amo -pues así le llamaré de aquí en adelante y sus hijos y todos los criados de la casa tenían gran interés en enseñarme, pues consideraban un prodigio que una bestia descubriese tales disposiciones de criatura racional. Yo apuntaba a las cosas y preguntaba los nombres, que escribía en mi libro de notas cuando estaba solo, y corregía mi mal acento pidiendo a los de la familia que los pronunciasen a menudo. En esta ocupación se mostraba siempre solícito conmigo un potro alazán perteneciente a la categoría de los más humildes criados.


Pronuncian, al hablar, con la nariz y con la garganta, y su lenguaje se parece más al alto holandés oalemán que a ningún otro de los europeos que conozco, aunque es mucho más gracioso y expresivo. El emperador Carlos V hizo casi la misma observación cuando dijo que si tuviese que hablar a su caballo lo haría en alto holandés. La curiosidad y la impaciencia de mi amo eran tales, que dedicaba muchas de sus horas de ocio a instruirme. Estaba convencido, según más tarde me dijo, de que yo era un yahoo; pero mi facilidad de aprender, mi cortesía y mi limpieza le asombraban, como cualidades opuestas por entero a la condición de aquellos animales. Mis ropas le sumían en la mayor perplejidad, y muchas veces se preguntaba a sí mismo si serían parte de mi cuerpo; mas yo no me las quitaba nunca hasta que la familia se había dormido y me las ponía antes de que se despertase por la mañana. Mi amo tenía vehementes deseos de saber de dónde procedía yo, cómo había adquirido aquellas apariencias de razón que descubría en todas mis acciones, y, en fin, de oir mi historia de mis propios labios, lo que él esperaba que podría hacer pronto, gracias a mis grandes progresos en la pronunciación de sus palabras y frases. Para ayudar a mi memoria, buscaba la equivalencia de lo que aprendía en el alfabeto inglés y escribía las palabras con sus traducciones.

miércoles, 8 de julio de 2015

"Cinco horas con Mario" de Miguel Dellibes

       Hoy puede resultar trasnochado el código de reproches con que la mujer de Mario se desahoga en el velatorio del marido. Ahí, de cuerpo presente, la vemos despotricar en su contra. A pesar de lo que pudiera parecer a simple vista acabamos por simpatizar con el finado, aun en simple contradicción con el mínimo reconocimiento de género (como mujer, en mi caso, tuve que ponerme de parte de Mario).  Miguel Delibes supo por medio de este largo monólogo mostrarnos la frívola mentalidad de una clase media con estrechos intereses. A todo ello hay que añadir que pudimos disfrutar (con la generación de la transición) de una espléndida Lola Herrera en el papel de airada viuda. De muestra, un botón:

     "En teniendo con qué alimentarnos y con qué cubrirnos, estemos con eso contentos. Los que quieren enriquecerse caen en tentaciones, en lazos y en muchas codicias locas y perniciosas que hunden a los hombres en la perdición y en la ruina, porque la raíz de todos los males es la avaricia, y por eso mismo me será muy difícil perdonarte, cariño, por mil años que viva, el que me quitases el capricho de un coche. Comprendo que a poco de casarnos eso era un lujo, pero hoy un Seiscientos lo tiene todo el mundo, Mario, hasta las porteras si me apuras, que a la vista está. Nunca lo entenderás, pero a una mujer, no sé como decirte, le humilla que todas sus amigas vayan en coche y ella a patita, que, te digo mi verdad, pero cada vez que Esther o Valentina o el mismo Crescente, el ultramarinero, me hablaban de su excursión del domingo me enfermaba, palabra. Aunque me esté mal decirlo, tú has tenido la suerte de dar con una mujer de su casa, una mujer que de dos saca cuatro y te has dejado querer, Mario, que  así qué cómodo, que te crees que con un broche de dos reales o un detallito por mi santo ya está cumplido, y ni hablar, borrico, que me he hartado de decirte que no vivías en el mundo pero tú, que si quieres. Y eso, ¿sabes lo que es, Mario?  Egoísmo puro, para que te enteres, que ya sé que un catedrático de Instituto no es un millonario, ojalá, pero hay otras cosas, creo yo, que hoy en día nadie se conforma con un empleo. Ya, vas a decirme que tú tenías tus libros y “El Correo”, pero si yo te digo que tus libros y tu periodicucho no nos han dado más que disgustos, a ver si miento, no me vengas ahora, hijo, líos con la censura, líos con la gente y, en sustancia, dos pesetas.  Y no es que me pille de sorpresa, Mario, porque lo que yo digo, ¿quién iba a leer esas cosas tristes de gentes muertas de hambre que se revuelcan en el barro como puercos?. Vamos a ver, tú piensa con la cabeza, ¿quién iba a leer ese rollo de “El Castillo de Arena” donde no hablas más que de filosofías? Tú mucho con que si la tesis y el impacto y todas esas historias, pero ¿quieres decirme con qué se come eso? A la gente le importan un comino las tesis y los impactos, créeme, que a ti, querido, te echaron a perder los de la tertulia, el Aróstegui y el Moyano, ese de las barbas, que son unos inadaptados."

MIGUEL DELIBES: Cinco horas con Mario. Madrid, Destino, 1966



jueves, 18 de junio de 2015

POEMA DE MÍO CID

         Los cantares de gesta medievales conectan con el modelo de héroe tradicional, dechado de virtudes guerreras. El fragmento que ahora reproduzco nos ofrece la imagen de un Cid Campeador de elevadas cualidades humanas, que evita que los burgaleses padezcan el castigo por desobedecer al rey. Dejando de lado las sesudas implicaciones ideológicas de su gesto, la intervención de la infancia como símbolo de inocencia suprema es sobrecogedora:

CANTAR DEL DESTIERRO  ( v.v.  1-54)
         Le hubiesen convidado con agrado, pero ninguno se atrevía;
         tan grande era la saña que le había cobrado el rey Don Alfonso.
         Antes de anochecer en Burgos entró la carta del rey,
         con gran despacho y fuertemente sellada:
   
5 " A mío Cid Ruy Díaz que nadie le diese posada.
         y aquel que se la diese le daba palabra
         de que perdería los haberes, e incluso los ojos de la cara,
         y que además (perderían) los cuerpos y las almas".
         Gran pesar sentían las gentes cristianas;
   10 se escondían de mío Cid, pues no se atrevían a decirle nada.
            El Campeador se adelantó a su posada;
         tan pronto como llegó a la puerta, hallóla bien cerrada,
         por miedo del rey Alfonso que así lo había dispuesto:
         que si no la tiraban, que no se la abriese por nada.
   15 Los de mío Cid a altas voces llaman
         los de dentro no les querían devolver palabra.
         Aguijó mío Cid, a la puerta se llegaba,
         sacó el pie del estribo, una herida le daba (a la puerta);
         no se abre la puerta, pues estaba bien cerrada,
    20 Una niña de nueve años ante sus ojos se presenta:
         "Ya Campeador, en buena hora ceñiste la espada!
         El rey lo ha vedado, anoche entró su carta,
         con gran despacho y fuertemente sellada.
         No osamos  abriros ni a recogeros por nada;
  25   si no perderemos los haberes y las casas,
         y todavía más los ojos de la cara.
         Cid, en nuestro mal vos no ganáis nada;
         pero que el Creador os valga con todas sus virtudes santas".
         Ya lo ve el Cid que del rey no tenía gracia.
30     Se alejó de la puerta, por Burgos marchaba,
         llegó a Santa María, luego descabalgaba;
         hincó las rodillas, de corazón rogaba.
         Hecha la oración, después cabalgaba.

lunes, 15 de junio de 2015

EL AHOGADO MÁS HERMOSO DEL MUNDO


Todos conocemos la faceta periodística y de novelista de Gabriel García Márquez, pero creo que nos ha legado extraordinarios cuentos.Este que ahora presento pertenece a la colección de "La increíble y  triste historia de la cándida Eréndida y su abuela desalmada" (1972, publicado por primera vez en 1968). En la primera lectura, déjate llevar, disfruta con la manera en que va enlazando lo que cuenta. El resultado parece fácil (discurso y léxico que nos enredan); pero el autor nos revela la esencia de su inconfundible estilo al enlazar palabras perfectamente seleccionadas. Lo dicho, disfrutemos con este "ahogado tan hermoso":


        Los primeros niños que vieron el promontorio oscuro y sigiloso que se acercaba por el mar, se hicieron la ilusión de que era un barco enemigo. Después vieron que no llevaba banderas ni arboladura, y pensaron que fuera una ballena. Pero cuando quedó varado en la playa le quitaron los matorrales de sargazos, los filamentos de medusas y los restos de cardúmenes y naufragios que llevaba encima, y sólo entonces descubrieron que era un ahogado.

         Habían jugado con él toda la tarde, enterrándolo y desenterrándolo en la arena, cuando alguien los vio por casualidad y dio la voz de alarma en el pueblo. Los hombres que lo cargaron hasta la casa más próxima notaron que pesaba más que todos los muertos conocidos, casi tanto como un caballo, y se dijeron que tal vez había estado demasiado tiempo a la deriva y el agua se le había metido dentro de los huesos. Cuando lo tendieron en el suelo vieron que había sido mucho más grande que todos los hombres, pues apenas si cabía en la casa, pero pensaron que tal vez la facultad de seguir creciendo después de la muerte estaba en la naturaleza de ciertos ahogados. Tenía el olor del mar, y sólo la forma permitía suponer que era el cadáver de un ser humano, porque su piel estaba revestida de una coraza de rémora y de lodo.

         No tuvieron que limpiarle la cara para saber que era un muerto ajeno. El pueblo tenía apenas unas veinte casas de tablas, con patios de piedras sin flores, desperdigadas en el extremo de un cabo desértico. La tierra era tan escasa, que las madres andaban siempre con el temor de que el viento se llevara a los niños, y a los muertos que les iban causando los años tenían que tirarlos en los acantilados. Pero el mar era manso y pródigo, y todos los hombres cabían en siete botes. Así que cuando se encontraron el ahogado les bastó con mirarse los unos a los otros para darse cuenta de que estaban completos.

         Aquella noche no salieron a trabajar en el mar. Mientras los hombres averiguaban si no faltaba alguien en los pueblos vecinos, las mujeres se quedaron cuidando al ahogado. Le quitaron el lodo con tapones de esparto, le desenredaron del cabello los abrojos submarinos y le rasparon la rémora con fierros de desescamar pescados. A medida que lo hacían, notaron que su vegetación era de océanos remotos y de aguas profundas, y que sus ropas estaban en piltrafas, como si hubiera navegado por entre laberintos de corales. Notaron también que sobrellevaba la muerte con altivez, pues no tenía el semblante solitario de los otros ahogados del mar, ni tampoco la catadura sórdida y menesteroso de los ahogados fluviales. Pero solamente cuando acabaron de limpiarlo tuvieron conciencia de la clase de hombre que era, y entonces se quedaron sin aliento. No sólo era el más alto, el más fuerte, el más viril y el mejor armado que habían visto jamás, sino que todavía cuando lo estaban viendo no les cabía en la imaginación.

         No encontraron en el pueblo una cama bastante grande para tenderlo ni una mesa bastante sólida para velarlo. No le vinieron los pantalones de fiesta de los hombres más altos, ni las camisas dominicales de los más corpulentos, ni los zapatos del mejor plantado. Fascinadas por su desproporción y su hermosura, las mujeres decidieron entonces hacerle unos pantalones con un pedazo de vela cangreja, y una camisa de bramante de novia, para que pudiera continuar su muerte con dignidad. Mientras cosían sentadas en círculo, contemplando el cadáver entre puntada y puntada, les parecía que el viento no había sido nunca tan tenaz ni el Caribe había estado nunca tan ansioso como aquella noche, y suponían que esos cambios tenían algo que ver con el muerto. Pensaban que si aquel hombre magnífico hubiera vivido en el pueblo, su casa habría tenido las puertas más anchas, el techo más alto y el piso más firme, y el bastidor de su cama habría sido de cuadernas maestras con pernos de hierro, y su mujer habría sido la más feliz. Pensaban que habría tenido tanta autoridad que hubiera sacado los peces del mar con sólo llamarlos por sus nombres, y habría puesto tanto empeño en el trabajo que hubiera hecho brotar manantiales de entre las piedras más áridas y hubiera podido sembrar flores en los acantilados. Lo compararon en secreto con sus propios hombres, pensando que no serían capaces de hacer en toda una vida lo que aquél era capaz de hacer en una noche, y terminaron por repudiarlos en el fondo de sus corazones como los seres más escuálidos y mezquinos de la tierra. Andaban extraviadas por esos dédalos de fantasía, cuando la más vieja de las mujeres, que por ser la más vieja había contemplado al ahogado con menos pasión que compasión, suspiró:
         —Tiene cara de llamarse Esteban.

         Era verdad. A la mayoría le bastó con mirarlo otra vez para comprender que no podía tener otro nombre. Las más porfiadas, que eran las más jóvenes, se mantuvieron con la ilusión de que al ponerle la ropa, tendido entre flores y con unos zapatos de charol, pudiera llamarse Lautaro. Pero fue una ilusión vana. El lienzo resultó escaso, los pantalones mal cortados y peor cosidos le quedaron estrechos, y las fuerzas ocultas de su corazón hacían saltar los botones de la camisa. Después de la media noche se adelgazaron los silbidos del viento y el mar cayó en el sopor del miércoles. El silencio acabó con las últimas dudas: era Esteban. Las mujeres que lo habían vestido, las que lo habían peinado, las que le habían cortado las uñas y raspado la barba no pudieron reprimir un estremecimiento de compasión cuando tuvieron que resignarse a dejarlo tirado por los suelos. Fue entonces cuando comprendieron cuánto debió haber sido de infeliz con aquel cuerpo descomunal, si hasta después de muerto le estorbaba. Lo vieron condenado en vida a pasar de medio lado por las puertas, a descalabrarse con los travesaños, a permanecer de pie en las visitas sin saber qué hacer con sus tiernas y rosadas manos de buey de mar, mientras la dueña de casa buscaba la silla más resistente y le suplicaba muerta de miedo siéntese aquí Esteban, hágame el favor, y él recostado contra las paredes, sonriendo, no se preocupe señora, así estoy bien, con los talones en carne viva y las espaldas escaldadas de tanto repetir lo mismo en todas las visitas, no se preocupe señora, así estoy bien, sólo para no pasar vergüenza de desbaratar la silla, y acaso sin haber sabido nunca que quienes le decían no te vayas Esteban, espérate siquiera hasta que hierva el café, eran los mismos que después susurraban ya se fue el bobo grande, qué bueno, ya se fue el tonto hermoso. Esto pensaban las mujeres frente al cadáver un poco antes del amanecer. Más tarde, cuando le taparon la cara con un pañuelo para que no le molestara la luz, lo vieron tan muerto para siempre, tan indefenso, tan parecido a sus hombres, que se les abrieron las primeras grietas de lágrimas en el corazón. Fue una de las más jóvenes la que empezó a sollozar. Las otras, asentándose entre sí, pasaron de los suspiros a los lamentos, y mientras más sollozaban más deseos sentían de llorar, porque el ahogado se les iba volviendo cada vez más Esteban, hasta que lo lloraron tanto que fue el hombre más desvalido de la tierra, el más manso y el más servicial, el pobre Esteban. Así que cuando los hombres volvieron con la noticia de que el ahogado no era tampoco de los pueblos vecinos, ellas sintieron un vacío de júbilo entre las lágrimas.

         —¡Bendito sea Dios —suspiraron—: es nuestro!

         Los hombres creyeron que aquellos aspavientos no eran más que frivolidades de mujer. Cansados de las tortuosas averiguaciones de la noche, lo único que querían era quitarse de una vez el estorbo del intruso antes de que prendiera el sol bravo de aquel día árido y sin viento. Improvisaron unas angarillas con restos de trinquetes y botavaras, y las amarraron con carlingas de altura, para que resistieran el peso del cuerpo hasta los acantilados. Quisieron encadenarle a los tobillos un ancla de buque mercante para que fondeara sin tropiezos en los mares más profundos donde los peces son ciegos y los buzos se mueren de nostalgia, de manera que las malas corrientes no fueran a devolverlo a la orilla, como había sucedido con otros cuerpos. Pero mientras más se apresuraban, más cosas se les ocurrían a las mujeres para perder el tiempo. Andaban como gallinas asustadas picoteando amuletos de mar en los arcones, unas estorbando aquí porque querían ponerle al ahogado los escapularios del buen viento, otras estorbando allá para abrocharse una pulsera de orientación, y al cabo de tanto quítate de ahí mujer, ponte donde no estorbes, mira que casi me haces caer sobre el difunto, a los hombres se les subieron al hígado las suspicacias y empezaron a rezongar que con qué objeto tanta ferretería de altar mayor para un forastero, si por muchos estoperoles y calderetas que llevara encima se lo iban a masticar los tiburones, pero ellas seguían tripotando sus reliquias de pacotilla, llevando y trayendo, tropezando, mientras se les iba en suspiros lo que no se les iba en lágrimas, así que los hombres terminaron por despotricar que de cuándo acá semejante alboroto por un muerto al garete, un ahogado de nadie, un fiambre de mierda. Una de las mujeres, mortificada por tanta insolencia, le quitó entonces al cadáver el pañuelo de la cara, y también los hombres se quedaron sin aliento.

         Era Esteban. No hubo que repetirlo para que lo reconocieran. Si les hubieran dicho Sir Walter Raleigh, quizás, hasta ellos se habrían impresionado con su acento de gringo, con su guacamayo en el hombro, con su arcabuz de matar caníbales, pero Esteban solamente podía ser uno en el mundo, y allí estaba tirado como un sábalo, sin botines, con unos pantalones de sietemesino y esas uñas rocallosas que sólo podían cortarse a cuchillo. Bastó con que le quitaran el pañuelo de la cara para darse cuenta de que estaba avergonzado, de que no tenía la culpa de ser tan grande, ni tan pesado ni tan hermoso, y si hubiera sabido que aquello iba a suceder habría buscado un lugar más discreto para ahogarse, en serio, me hubiera amarrado yo mismo un áncora de galón en el cuello y hubiera trastabillado como quien no quiere la cosa en los acantilados, para no andar ahora estorbando con este muerto de miércoles, como ustedes dicen, para no molestar a nadie con esta porquería de fiambre que no tiene nada que ver conmigo. Había tanta verdad en su modo de estar, que hasta los hombres más suspicaces, los que sentían amargas las minuciosas noches del mar temiendo que sus mujeres se cansaran de soñar con ellos para soñar con los ahogados, hasta ésos, y otros más duros, se estremecieron en los tuétanos con la sinceridad de Esteban.


         Fue así como le hicieron los funerales más espléndidos que podían concebirse para un ahogado expósito. Algunas mujeres que habían ido a buscar flores en los pueblos vecinos regresaron con otras que no creían lo que les contaban, y éstas se fueron por más flores cuando vieron al muerto, y llevaron más y más, hasta que hubo tantas flores y tanta gente que apenas si se podía caminar. A última hora les dolió devolverlo huérfano a las aguas, y le eligieron un padre y una madre entre los mejores, y otros se le hicieron hermanos, tíos y primos, así que a través de él todos los habitantes del pueblo terminaron por ser parientes entre sí. Algunos marineros que oyeron el llanto a distancia perdieron la certeza del rumbo, y se supo de uno que se hizo amarrar al palo mayor, recordando antiguas fábulas de sirenas. Mientras se disputaban el privilegio de llevarlo en hombros por la pendiente escarpada de los acantilados, hombres y mujeres tuvieron conciencia por primera vez de la desolación de sus calles, la aridez de sus patios, la estrechez de sus sueños, frente al esplendor y la hermosura de su ahogado. Lo soltaron sin ancla, para que volviera si quería, y cuando lo quisiera, y todos retuvieron el aliento durante la fracción de siglos que demoró la caída del cuerpo hasta el abismo. No tuvieron necesidad de mirarse los unos a los otros para darse cuenta de que ya no estaban completos, ni volverían a estarlo jamás. Pero también sabían que todo sería diferente desde entonces, que sus casas iban a tener las puertas más anchas, los techos más altos, los pisos más firmes, para que el recuerdo de Esteban pudiera andar por todas partes sin tropezar con los travesaños, y que nadie se atreviera a susurrar en el futuro ya murió el bobo grande, qué lástima, ya murió el tonto hermoso, porque ellos iban a pintar las fachadas de colores alegres para eternizar la memoria de Esteban, y se iban a romper el espinazo excavando manantiales en las piedras y sembrando flores en los acantilados, para que los amaneceres de los años venturos los pasajeros de los grandes barcos despertaran sofocados por un olor de jardines en altamar, y el capitán tuviera que bajar de su alcázar con su uniforme de gala, con su astrolabio, su estrella polar y su ristra de medallas de guerra, y señalando el promontorio de rosas en el horizonte del Caribe dijera en catorce idiomas: miren allá, donde el viento es ahora tan manso que se queda a dormir debajo de las camas, allá, donde el sol brilla tanto que no saben hacia dónde girar los girasoles, sí, allá, es el pueblo de Esteban.

martes, 2 de junio de 2015

"MUJER CON ALCUZA"

   Este es un poema de Dámaso Alonso (poeta de la llamada Generación del 27) que publicó en 1944 en el poemario revelador, "Hijos de la ira". No me voy a detener en las sesudas interpretaciones de su contenido, ni en el motivo que llevó al poeta a escribirlo (podemos encontrar explicaciones en ediciones críticas o, de forma resumida,  en el enlace  Mujer con alcuza ). Quiero que lo leáis con tranquilidad, con una actitud casi religiosa, porque os hará temblar la piel. Quizás detrás de la soledad de la protagonista descubrirás perplejo que no estás solo.
(alcuza, en la imagen: url By Tamorlan (Own work) [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)], via Wikimedia Commons)
A Leopoldo Panero

¿Adónde va esa mujer,
arrastrándose por la acera,
ahora que ya es casi de noche,
con la alcuza en la mano?
 
Acercaos: no nos ve.
Yo no sé qué es más gris,
si el acero frío de sus ojos,
si el gris desvaído de ese chal
con el que se envuelve el cuello y la cabeza,
o si el paisaje desolado de su alma.

Va despacio, arrastrando los pies,
desgastando suela, desgastando losa,
pero llevada
por un terror
oscuro,
por una voluntad
de esquivar algo horrible.

Sí, estamos equivocados.
Esta mujer no avanza por la acera
de esta ciudad,
esta mujer va por un campo yerto,
entre zanjas abiertas, zanjas antiguas, zanjas recientes,
y tristes caballones,
de humana dimensión, de tierra removida,
de tierra
que ya no cabe en el hoyo de donde se sacó,
entre abismales pozos sombríos,
y turbias simas súbitas,
llenas de barro y agua fangosa y sudarios harapientos del color de la desesperanza.

Oh sí, la conozco.
Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren,
en un tren muy largo;
ha viajado durante muchos días
y durante muchas noches:
unas veces nevaba y hacía mucho frío,
otras veces lucía el sol y sacudía el viento
arbustos juveniles
en los campos en donde incesantemente estallan extrañas flores encendidas.

Y ella ha viajado y ha viajado,
mareada por el ruido de la conversación,
por el traqueteo de las ruedas
y por el humo, por el olor a nicotina rancia.
¡Oh!:
noches y días,
días y noches,
noches y días,
días y noches,
y muchos, muchos días,
y muchas, muchas noches.

Pero el horrible tren ha ido parando
en tantas estaciones diferentes,
que ella no sabe con exactitud ni cómo se llamaban,
ni los sitios,
ni las épocas.

Ella
recuerda sólo
que en todas hacía frío,
que en todas estaba oscuro,
y que al partir, al arrancar el tren
ha comprendido siempre
cuán bestial es el topetazo de la injusticia absoluta,
ha sentido siempre
una tristeza que era como un ciempiés monstruoso que le colgara de la mejilla,
como si con el arrancar del tren le arrancaran el alma,
como si con el arrancar del tren le arrancaran innumerables margaritas, blancas cual su alegría infantil en la fiesta del pueblo,
como si le arrancaran los días azules, el gozo de amar a Dios y esa voluntad de minutos en sucesión que llamamos vivir.
Pero las lúgubres estaciones se alejaban,
y ella se asomaba frenética a las ventanillas,
gritando y retorciéndose,
solo
para ver alejarse en la infinita llanura
eso, una solitaria estación,
un lugar
señalado en las tres dimensiones del gran espacio cósmico
por una cruz
bajo las estrellas.

Y por fin se ha dormido,
sí, ha dormitado en la sombra,
arrullada por un fondo de lejanas conversaciones,
por gritos ahogados y empañadas risas,
como de gentes que hablaran a través de mantas bien espesas,
sólo rasgadas de improviso
por lloros de niños que se despiertan mojados a la media noche,
o por cortantes chillidos de mozas a las que en los túneles les pellizcan las nalgas,
...aún mareada por el humo del tabaco.

Y ha viajado noches y días,
sí, muchos días,
y muchas noches.
Siempre parando en estaciones diferentes,
siempre con una ansia turbia, de bajar ella también, de quedarse ella también,
ay,
para siempre partir de nuevo con el alma desgarrada,
para siempre dormitar de nuevo en trayectos inacabables.

...No ha sabido cómo.
Su sueño era cada vez más profundo,
iban cesando,
casi habían cesado por fin los ruidos a su alrededor:
sólo alguna vez una risa como un puñal que brilla un instante en las sombras,
algún cuchillo como un limón agrio que pone amarilla un momento la noche.
Y luego nada.
Solo la velocidad,
solo el traqueteo de maderas y hierro
del tren,
solo el ruido del tren.

Y esta mujer se ha despertado en la noche,
y estaba sola,
y ha mirado a su alrededor,
y estaba sola,
y ha comenzado a correr por los pasillos del tren,
de un vagón a otro,
y estaba sola,
y ha buscado al revisor, a los mozos del tren,
a algún empleado,
a algún mendigo que viajara oculto bajo un asiento,
y estaba sola,
y ha gritado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado
quién conducía,
quién movía aquel horrible tren.
Y no le ha contestado nadie,
porque estaba sola,
porque estaba sola.
Y ha seguido días y días,
loca, frenética,
en el enorme tren vacío,
donde no va nadie,
que no conduce nadie.

...Y esa es la terrible,
la estúpida fuerza sin pupilas,
que aún hace que esa mujer
avance y avance por la acera,
desgastando la suela de sus viejos zapatones,
desgastando las losas,
entre zanjas abiertas a un lado y otro,
entre caballones de tierra,
de dos metros de longitud,
con ese tamaño preciso
de nuestra ternura de cuerpos humanos.
Ah, por eso esa mujer avanza (en la mano, como el atributo de una semidiosa, su alcuza),
abriendo con amor el aire, abriéndolo con delicadeza exquisita,
como si caminara surcando un trigal en granazón,
sí, como si fuera surcando un mar de cruces, o un bosque de cruces, o una nebulosa de cruces,
de cercanas cruces,
de cruces lejanas.

Ella,
en este crepúsculo que cada vez se ensombrece más,
se inclina,
va curvada como un signo de interrogación,
con la espina dorsal arqueada
sobre el suelo.
 ¿Es que se asoma por el marco de su propio cuerpo de madera,
como si se asomara por la ventanilla
de un tren,
al ver alejarse la estación anónima
en que se debía haber quedado?
 ¿Es que le pesan, es que le cuelgan del cerebro
sus recuerdos de tierra en putrefacción,
y se le tensan tirantes cables invisibles
desde sus tumbas diseminadas?
 ¿O es que como esos almendros
que en el verano estuvieron cargados de demasiada fruta,
conserva aún en el invierno el tierno vicio,
guarda aún el dulce álabe
de la cargazón y de la compañía,
en sus tristes ramas desnudas, donde ya ni se posan los pájaros?


miércoles, 27 de mayo de 2015

REFLEXIONES FINALES: ¿QUÉ HE APRENDIDO?




He aprendido mucho. Pero esta respuesta me parece obvia y poco ilustrativa, así que voy a recordar algunas de las experiencias. Estas han pasado por los recursos y las actividades del curso, entre las que he de destacar como novedad mi participación en redes sociales de compañeros con inquietudes similares, ahí está la creación de un blog y de un perfil en facebook (pero también en Pinterest, en Symbaloo, en ISSUU, en Twitter…)

Facebook: https://www.facebook.com/?sk=nf

Blog: http://mislecturasuniversales.blogspot.com.es

Twitter: https://twitter.com/BIBLIOTECAIESIP

Los aspectos positivos de este MOOC han sido los relacionados con su condición de telemático, pero sobre todo quiero destacar que al convocar a todos las personas que quieran, he podido disfrutar con las aportaciones de compañeros de acá y allende los mares; pero también de todos los niveles educativos y de todas las materias. Ha sido maravilloso en este sentido.

Lo negativo: lo que siempre decimos, poco tiempo, mucho trabajo, coincide con una época de trabajo extra en los centros educativos. Pero, ya se sabe, es libre y hasta donde se haya llegado, siempre es bueno.

En el último sentido, convendría un traslado a otra época del año. Esto puede ser complicado, como todo lo referido al tiempo, por la amplitud de geolocalización del curso. Y respecto al trabajo, añadirle alguna semana que deje algún respiro.

Gracias por todo. A los compañeros del curso, por compartir tan generosamente, y a los profesores del curso, en especial a David Álvarez por su capacidad de generar motivación.

martes, 26 de mayo de 2015

REFLEXIONANDO SOBRE LA EVALUACIÓN DE LA COMPETENCIA DIGITAL

            Cuando me inscribí en este curso del INTEF sobre Competencia Digital, no sabía exactamente en qué me metía. Lo único que sabía era que me interesan desde que las empecé a conocer el uso de las nuevas tecnologías (allá cuando se había de copiar y pegar en Basic). Como la mayoría empezamos por aprender a utilizar los “cacharros” digitales (como dice un compañero) y los programas de edición al uso. Luego vinieron las páginas web y los programas de creación de contenidos (Neobook, JCLIC, Hotpotatoes…), hasta llegar a los de gestión de Cursos telemáticos (Moodle; aquí el Taller proporciona una herramienta de evaluación P2P).
            Y aquí estamos, aprendiendo ahora sobre la competencia digital y cómo evaluarla. Cuando proyecté mi propuesta para esta actividad, solo pensaba en mis alumnos, los reales, los que tengo en mi centro. Ellos disponen de móviles (probablemente algunos infinitamente mejores que el mío), pero no dominan las herramientas tecnológias que les alfabetizaría digitalmente de forma positiva. Puedo pedirles que hagan una presentación digital; pueden elaborar un vídeo con voz e imagen de creación propia; pueden realizar una cita bibliográfica simple, pero no disponemos de recursos para poder exigirles más. Los alumnos de Segundo de Bachillerato están condicionados por su final de nivel y sus perspectivas (sobre todo selectividad), con materias para las que deben tener resultados positivos en infinidad de contenidos de unos programas muy extensos.
            Llegados a este punto soy consciente de que no puedo crear una rúbrica de evaluación detallada; que los objetivos son muy concretos y simples. Algunos podrían ser capaces de resolver otros proyectos (de hecho lo hacen en otras materias), incluso tienen inquietudes artísticas, pero no les puedo pedir que en realicen un proyecto con una exigencia de criterios y niveles que los dejaría desmotivados. 
                 Por esto mi propuesta de rúbrica de evaluación se expresa en pocas y concisas variables.



ENCUESTA FINAL DE COMPETENCIA DIGITAL

Actividad 5-semana. He elaborado mi rúbrica de evaluación para la e-actividad 3 para las competencias básicas del alumno de Segundo de Bachillerato. El trabajo llevado a cabo en el aula será evaluado por ellos y por el profesor en relación con la competencia digital  según se le informa en el cuestionario. Estas rúbricas pueden utilizarse para  un Taller con Moodle en que haya una evaluación entre ellos sobre los proyectos realizados.


martes, 19 de mayo de 2015

ACTIVIDAD TIC CON EXELEARNING

Propongo mi actividad TIC, realizada con la herramienta de autor exelearning.

Índice educativo del proyecto:

1.- Justificación curricular de la propuesta:
      Se trata de un recurso con el que el alumno de Bachillerato podrá conocer la obra "Hojas de hierba" y la relevancia de su autor en la literatura universal. El trabajo compete a varias disciplinas, sobre todo la historia, la literatura, la comunicación y la expresión audiovisual. La actividad está diseñada para el trabajo individual, pero puede formar parte de un ejercicio P2P tipo Taller en un curso Moodle (exportado como paquete de contenidos IMS en Estándar Educativo, según ilustración), con lo que se trabaja el aprendizaje colaborativo y el proceso compartido de evaluación.

De creación propia, licencia creative commons share alike 

2.- Objetivos y áreas de la competencia digital que se desarrollan:
     1) Buscar información relevante y útil en la red.
     2) Comunicarse y relacionarse con otros en entornos digitales.
     3) Crear contenidos en amplios formatos y difundirlos.
     4) Protegerse y desarrollar conductas seguras en la red.
     5) Utilizar la tecnología para resolver situaciones problemáticas.
3.- Contenidos: Época, vida, obra de Walt Whitman y su relevancia en la literatura universal.
4.- Metodología:
      El alumno parte de los materiales que se ofrecen en el recurso para crear su propia consciencia crítica de la importancia de la obra de Whitman en la literatura Universal. Acceso a Bibliografía física y de la web, modelo de búsqueda de información y de cita bibliogrática. Todos los contenidos tienen una licencia creative commons.

 Puedes entrar en este enlace para ver mi proyecto educativo  (pulsar en página html): 

lunes, 18 de mayo de 2015

TRES APLICACIONES PARA CREAR

Mis tres aplicaciones para trabajar actividades relacionadas  con las cinco áreas de la competencia digital:
Exelearning: http://exelearning.net/ Un recurso completo para crear recursos con contenidos y actividades.


Isuu: http://issuu.com/  Para publicar un libro digital.



        
Google Drive:  http://blog.princippia.com/2013/03/aprende-crear-y-corregir-examenes-tipo.htmlEntre otras aplicaciones de ofimática, la de formularios y pruebas.









viernes, 15 de mayo de 2015

5 e-actividades. Experiencias educativas y competencia digital.


Mis 5 experiencias e-actividades, son las que quedan reflejadas en esta infografía. Alguna es una buena práctica con las TIC, otra resalta por su función creativa, otra está relacionada con las bibliotecas escolares, otra es una propuesta de debate... Cuando he analizado qué competencia digital desarrollan, he tenido que centrarme en aquella que les es más central, porque la mayoría conectan con casi todas las subáreas de esta competencia.



En su enlaces respectivos:
1.- Gestión de información:
Tres épocas, tres géneros. http://recursostic.educacion.es/buenaspracticas20/web/es/bachillerato/1108-tres-epocas-tres-generos Los alumnos han investigado y completado un trabajo como resultado de la búsqueda de información. Se trata de un trabajo colaborativo bastante completo.
2.- Comunicación:
blog Yo leo y ¿tú http://bibliotecasangil.blogspot.com.es/y con los códigos QR…
BPI mayo 2014 - Proyecto de gestión de la biblioteca a través de códigos QR. De este modo, la biblioteca se convierte, en un espacio vivo, participativo y guiado por las necesidades de la comunidad educativa, que sugiere la adquisición de nuevos fondos o decide la consulta del catálogo, la realización de préstamos online, etc. mediante el uso de dispositivos móviles (tabletas y smartphones). Están desarrollando, actualmente, el concepto de Biblioteca Móvil, con el  que se pretende que los servicios de la biblioteca trasciendan las dependencias de la misma mediante paneles informativos con código QR, que dan el acceso a las últimas novedades (sinopsis, tráilers, lectura del primer capítulo de una obra, etc.).
3-Creación de contenidos:
Experiencia “El libro de los poemas épicos”: http://escritoresdelsigloxxi.blogspot.com.es/  Esta experiencia contribuyó a que los alumnos aprendieran a realizar sus propias creaciones, a valorar las de los demás y a utilizar las referencias de uso y licencias.
4.- Seguridad:
Proyecto para educar sobhttp://sifkal.uca.es/sevilla/spanish/sifkal.htme el buen uso de las redes sociales e internet. Esta es la web de las jornadas. Se promueve el uso inteligente de Internet en todos los ámbitos. Aplicable al educativo.
5.- Resolución de problemas:
Renovando el aula de Matemáticas: "Aprender haciendo y construyendo matemáticas" con Sketchup.
http://recursostic.educacion.es/buenaspracticas20/web/es/experimentacion-didactica-en-el-aula/1039-renovando-el-aula-de-matematicas-qaprender-haciendo-y-construyendo-matematicasq-con-sketchup /Uso de las TIC en resolución de problemas.


martes, 12 de mayo de 2015

Tres buenas prácticas educativas

Tres experiencias educativas con el uso de las TIC que considero buenas prácticas:
1.- Viaje al castillo encantado: http://redtic.educacontic.es/colaborativa_juego/castillo.htm.html
2.- Publicación en libro digital de la experiencia del IES Joan Taix: //issuu.com/redtic/docs/joan_taix
3.- El Quijote sincopado: https://www.youtube.com/watch


jueves, 7 de mayo de 2015

Biblio y cibergrafía sobre competencia digital

Para empezar, recomiendo este vídeo a modo de reflexión



1.- La incompetencia digital en la escuela del siglo XXI: http://www.xarxatic.com/incompetencia-digital-en-la-escuela-del-siglo-xxi/(última consulta mayo 7, 2015) Da en el clavo sobre el uso de las nuevas tecnologías en la escuela. La gestión de los recursos y de los dispositivos es el nuevo reto de los educadores.
2.- 9 elementos paras aber qué tipo de red le conviene a mi comunidad docente: https://innovacioneducativa.wordpress.com/2015/02/04/como-saber-que-tipo-de-red-social-utilizo-para-crear-mi-comunidad/(última consulta mayo 7, 2015)
3 - Buenas Ideas para construir los recursos con los alumnos http://blog.princippia.com/2013/09/pearltrees-construye-todos-tus-recursos.html (última consulta mayo 7, 2015)
4- Cómo programar en competencias básicas http://www.escuela20.com/competencias-basicas-ccbb/articulos-y-actualidad/especial-como-programar-por-competencias-basicas_3764_42_5369_0_1_in.html  (última consulta mayo 7, 2015)  Especial con artículos sobre este tema de actualidad.
5- Modelo TAC un ejemplo: http://www.ididactic.com/edblog/modelo-tac-fedac-montcada/Horizón 2020 de los jesuitas http://h2020.fje.edu/es/  (última consulta mayo 7, 2015) Es el ejemplo del modelo que están implantando los jesuitas.
6- Aplicaciones elearning portables http://recursostic.educacion.es/observatorio/version/v2/index.php?option=com_content&view=article&id=791%3Amonografico-aplicaciones-elearning-portables&catid=37%3Adidactica-de-la-tecnologia&Itemid=33&lang=es(última consulta mayo 7, 2015) Herramientas para realizar recursos de autor para el aprendizaje en línea.
7-Educación 3.0: http://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/herramientas-curacion-contenidos/23539.html  (última consulta mayo 7, 2015)  Más allá de 2.0, 3.0 nos invita a gestionar herramientas de curación de contenidos.
8 - Posters digitales  en educación: http://www.educacontic.es/blog/valor-educativo-de-los-posters-digitales  (última consulta mayo 7, 2015) Sobre la creación de posters digitales en la educaación.
9- De educación digital http://www.scoop.it/t/aprendizaje  (última consulta mayo 7, 2015) En scoop.it podemos encontrar interesantes recursos sobre competencia digital y otras materias de actualidad.
10- Del profesor Manuel Area http://ined21.com/p6738/
 Recomiendo ver aquí, Elogio de la desconexión consciente http://ined21.com/p6708/  (última consulta mayo 7, 2015)
11 - En el área de lengua http://www.labitacoradeltigre.com/2009/07/29/la-competencia-digital-en-el-area-de-lengua/  (última consulta mayo 7, 2015)
12- Gestión de comunidades on line http://hub8.ecolearning.eu/course/estrategia-en-la-gestion-de-comunidades-online-el/#  (última consulta mayo 7, 2015) Interesante recurso sobre el tema de la gestión de comunidades.
14- Los 7 saberes del futuro http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/Articulos/Los7saberes/index.asp  (última consulta mayo 7, 2015) Las nuevas bibliotecas y la nueva gestión del saber.
15- Usando youtube: http://blog.princippia.com/2013/10/youtube-en-el-aula-parte-i-organizando.html  (última consulta mayo 7, 2015) Sobre el uso de youtube como recurso educativo.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Tarea descriptores. Competencia digital. Creación. Derechos y licencias

Mi tarea sobre los descriptores. He elegido la Competencia 3 (creación) y la subcompetencia 3 (derechos de autor y licencias). He creado un formulario para la etapa de Bachillerato. Según las respuestas que se resuelvan, el alumno tendrá Nivel I, Nivel II o Nivel III:
NIVEL INICIAL
1. Conoce la normativa sobre derechos de autor y los diferentes tipos
de licencias cuando usa materiales educativos.
2.Respeta la normativa sobre derechos de autor y los diferentes tipos 
de licencias cuando usa materiales educativos.
NIVEN MEDIO
3. Conoce la regulación aplicable al uso en línea de materiales educativos
4. Sabe cómo licenciar su propia producción digital.
NIVEL AVANZADO
5. Aplica el marco legal en relación con los derechos de autor en la instalación y
el mantenimiento de medios digitales.
6. Difunde y promueve licencias en abierto entre la comunidad educativa.

martes, 5 de mayo de 2015

Áreas de la competencia digital y subcompetencias

Las áreas y las sub-competencias de la Competencia digital se articulan en los siguientes parámetros, como queda expuesto luego en un mapa conceptual:
Áreas:
1-Información. Buscar información relevante y útil en la red.
2-Comunicación. Comunicarse y relacionarse con otros en entornos digitales.
3-Expresión. Crear contenidos en amplios formatos y difundirlos.
4-Seguridad. Protegerse y desarrollar conductas seguras en la red.
5-Resolución de problemas. Utilizar la tecnología para resolver situaciones problemáticas. 

Sub-competencias relacionadas:
1-ser competente digitalmente (utilizar los instrumentos, programas, software),
2-dominio de la dimensión cognitivo intelectual (buscar y saber interpretarla), 
3-dimensión comunicacional (saber crear contenidos, con multimedia, con todos los lenguajes gráficos… y saber compartirla),
4-dimensión emocional (aprender a relacionarse con los demás y saber controlar la tecnología de forma equilibrada).
5-dimensión axiológica, relacionarla con valores (respetar a los demás, evitar los aspectos problemáticos…)
Para mayor información: Marco común de Competencia Digital Docente

Mapa conceptual elaborado con Cmaps
Fondo de elaboración propia con Imágenes de Licencia Creative Commons CC BY-SA



Uso de la competencia digital en mi centro

    Preguntando: ¿consideras que en tu centro se están trabajando todas las áreas que implica la competencia digital? ¿Cuáles si y cuáles no?  ¿Qué medidas habría que tomar             En mi centro educativo no se están trabajando todas las áreas de la competencia digital de modo masivo. Tenemos la modalidad de Bachillerato de investigación en la que sí se pretende poner en práctica el modelo de competencia digital, cuya fase final es la exposición de los Proyectos elaborados por los propios alumnos. Las carencias del proceso vienen dadas cuando se aplica la barrera de los planes de estudio y de las programaciones, sobre todo en Segundo de Bachillerato. En los demás niveles, la iniciativa para enseñar y evaluar la competencia digital parte de momentos aislados; parece como si estuviera ligada a la materia de Tecnología, como se pensaba que la Lectura y comprensión lectora eran objetivos exclusivos de la materia de Lengua castellana y literatura. 

martes, 28 de abril de 2015

¿Qué significa ser un ciudadano culto y autónomo en la sociedad digital?

Los retos de la nueva sociedad digital del siglo XXI requieren un ciudadano culto y autónomo. Ya no consiste en saber o controlar el conocimiento y la información, sino en ser capaces de desenvolvernos en un nuevo ecosistema informático. Para ello se debe adquirir la ciudadanía global, con una nueva economía del conocimiento. En esta meta tienen una función importante las redes sociales, pese a la pérdida de privacidad que generan. En un mundo globalizado, estar conectados es una necesidad.
La escuela del siglo XXI debe poder responder a las necesidades de este nuevo "homo digitales". Una cultura sólida se basa aquí en las bases de una cultura "líquida", que se nutra de internet, la nueva biblioteca de Babel, con todas sus posibilidades. Los retos pedagógicos pasarán por un aprender CREANDO. Al final final del camino tendremos un ciudadano capaz de tomar decisiones en situaciones complejas. Este es el concepto de ciudadano culto del siglo XXI.

Presentación de la autora del blog

Soy Antonia Sánchez, profesora de Lengua castellana y Literatura. Con este blog animo a todos a compartir mis experiencias lectoras, para poder ampliar horizontes de lectura.
Además encontraremos información sobre Competencia digital y su uso en esa materia.

lunes, 27 de abril de 2015

"Edipo Rey" de Sófocles

Hoy te presento un fragmento de "Edipo Rey", de Sófocles.

    Cuando yo era pequeña me enseñaron un trabalenguas que era en sí una regla nemotécnica sencilla: Eurípides no me Sofocles porque te Esquilo. Y con este acertijo para mí, que no sabía con mis doce añitos quiénes eran esos señores de nombres tan exóticos, entré de lleno en una de las aventuras más impresionantes que podría haber imaginado: conocía gente que había existido hace mucho tiempo; además, contaban historias que no podría haber sospechado, y, lo más sorprendente, aunque no lo entendía, me gustaba. Por si te puede pasar lo mismo, aquí te ofrezco un fragmento, un aperitivo:

EDIPO.- ¡Oh riqueza, poder y saber que aventajas a cualquier otro saber en una vida llena de encontrados intereses! ¡Cuánta envidia acecha en ustedes, si, a causa de este mando que la ciudad me confió como un don -sin que yo lo pidiera-, Creonte, el que era leal, el amigo desde el principio, desea expulsarme deslizándose a escondidas, tras sobornar a semejante hechicero, maquinador y charlatán engañoso, que sólo ve en las ganancias y es ciego en su arte! Porque, ¡ea!, dime, ¿en qué fuiste tú un adivino infalible? ¿Cómo es que no dijiste alguna palabra que liberara a estos ciudadanos cuando estaba aquí la perra cantora Y, ciertamente, el enigma no era propio de que lo discurriera cualquier persona que se presentara, sino que requería arte adivinatoria que tú no mostraste tener, ni procedente de las aves ni conocida a partir de alguno de los dioses. Y yo, Edipo, el que nada sabía, llegué y la hice callar consiguiéndolo por mi habilidad, y no por haberlo aprendido de los pájaros. A mí es a quien tú intentas echar, creyendo que estarás más cerca del trono de Creonte. Me parece que tú y el que ha urdido esto tendrán que lograr la purificación entre lamentos. Y si no te hubieses hecho valer por ser un anciano, hubieras conocido con sufrimientos qué tipo de sabiduría tienes.
CORIFEO.- Nos parece adivinar que las palabras de éste y las tuyas, Edipo, han sido dichas a impulsos de la cólera. Pero no debemos ocuparnos en tales cosas, sino en cómo resolveremos los oráculos del dios de la mejor manera.
TIRESIAS.- Aunque seas el rey, se me debe dar la misma oportunidad de replicarte, al menos con palabras semejantes. También yo tengo derecho a ello, ya que no vivo sometido a ti sino a Loxias, de modo que no podré ser inscrito como seguidor de Creonte, jefe de un partido. Y puesto que me has echado en cara que soy ciego, te digo: aunque tú tienes vista, no ves en qué grado de desgracia te encuentras ni dónde habitas ni con quiénes transcurre tu vida. ¿Acaso conoces de quiénes desciendes? Eres, sin darte cuenta, odioso para los tuyos, tanto para los de allí abajo como para los que están en la tierra, y la maldición que por dos lados te golpea, de tu madre y de tu padre, con paso terrible te arrojará, algún día, de esta tierra, y tú, que ahora ves claramente, entonces estarás en la oscuridad. ¡Qué lugar no será refugio de tus gritos!, ¡qué Citerón no los recogerá cuando te des perfecta cuenta del infausto matrimonio en el que tomaste puerto en tu propia casa después de conseguir una feliz navegación! Y no adviertes la cantidad de otros males que te igualarán a tus hijos. Después de esto, ultraja a Creonte y a mi palabra. Pues ningún mortal será aniquilado nunca de peor forma que tú.
EDIPO.- ¿Es que es tolerable escuchar esto de ése? ¡Maldito seas! ¿No te irás cuanto antes? ¿No te irás de esta casa, volviendo por donde has venido?
TIRESIAS.- No hubiera venido yo, si tú no me hubieras llamado.
EDIPO.- No sabía que ibas a decir necedades. En tal caso, difícilmente te hubiera hecho venir a mi palacio.
Tiresias.- Yo soy tal cual te parezco, necio, pero para los padres que te engendraron era juicioso.
EDIPO.- ¿A quiénes? Aguarda. ¿Qué mortal me dio el ser?
TIRESIAS.- Este día te engendrará y te destruirá.
EDIPO.- ¡De qué modo enigmático y oscuro lo dices todo!
TIRESIAS.- ¿Acaso no eres tú el más hábil por naturaleza para interpretarlo?
EDIP0.- Échame en cara, precisamente, aquello en lo que me encuentras grande.
TIRESIAS.- Esa fortuna, sin embargo, te hizo perecer.
EDIPO.- Pero si salvo a esta ciudad, no me preocupa.
TIRESIAS.- En ese caso me voy. Tú, niño, condúceme.
EDIPO.- Que te lleve, sí, porque aquí, presente, eres un molesto obstáculo; y, una vez fuera, puede ser que no atormentes más.
TIRESIAS.- Me voy, porque ya he dicho aquello para lo que vine, no porque tema tu rostro. Nunca me podrás perder. Y te digo: ese hombre que, desde hace rato, buscas con amenazas y con proclamas a causa del asesinato de Layo, está aquí. Se dice que es extranjero establecido aquí, pero después saldrá a la luz que es tebano por su linaje y no se complacerá de tal suerte. Ciego, cuando antes tenía vista, y pobre, en lugar de rico, se trasladará a tierra extraña tanteando el camino con un bastón. Será manifiesto que él mismo es, a la vez, hermano y padre de sus propios hijos, hijo y esposo de la mujer de la que nació y de la misma raza, así como asesino de su padre. Entra y reflexiona sobre esto. Y si me coges en mentira, di que yo ya no tengo razón en el arte adivinatorio.
(Tiresias se aleja y Edipo entra en palacio.)
CORO
ESTROFA 1ª
¿Quién es aquel al que la profética roca délfica nombró como el que ha llevado a cabo, con sangrientas manos, acciones indecibles entre las indecibles? Es el momento para que él, en la huida, fuerce un paso más poderoso que el de caballos rápidos como el viento, pues contra él se precipita, armado con fuego y relámpagos, el hijo de Zeus. Y, junto a él, siguen terribles las infalibles diosas de la Muerte.
ANTÍSTROFA 1ª
No hace mucho resonó claramente, desde el nevado Parnaso, la voz que anuncia que, por doquier, se siga el rastro al hombre desconocido. Va de un lado a otro bajo el agreste bosque y por cuevas y grutas, cual un toro que vive solitario, desgraciado, de desgraciado andar, rehuyendo los oráculos procedentes del centro de la tierra. Pero éstos, siempre vivos, revolotean alrededor.
ESTROFA 2ª
De terrible manera, ciertamente, de terrible manera me perturba el sabio adivino, ya lo crea, ya niegue. ¿Qué diré? Lo ignoro. Estoy traído y llevado por las esperanzas, sin ver ni el presente ni lo que hay detrás. Yo nunca he sabido, ni antes ni ahora, qué motivo de disputa había entre los Labdácidas y el hijo de Pólibo, que, por haberlo probado, me haga ir contra la pública fama de Edipo, como vengador para los Labdácidas de muertes no claras.
ANTÍSTROFA 2ª
Por una parte, cierto es que Zeus y Apolo son sagaces y conocedores de los asuntos de los mortales, pero que un adivino entre los hombres obtenga mayor éxito que yo, no es un juicio verdadero. Un hombre podría contraponer sabiduría a sabiduría. Y yo nunca, hasta ver que la profecía se cumpliera, haría patentes los reproches. Porque, un día, llegó contra él, visible, la alada doncella y quedó claro, en la prueba, que era sabio y amigo para la ciudad. Por ello, en mi corazón nunca será culpable de maldad
(Entra Creonte.)
CREONTE.- Ciudadanos, habiéndome enterado de que el rey Edipo me acusa con terribles palabras, me presento sin poder soportarlo. Pues si en los males presentes cree haber sufrido de mi parte con palabras o con obras algo que le lleve a un perjuicio, no tengo deseo de una vida que dure mucho tiempo con esta fama. El daño que me reporta esta acusación no es sin importancia, sino gravísimo, si es que voy a ser llamado malvado en la ciudad, y malvado ante ti y ante los amigos.
CORIFEO.- Tal vez haya llegado a este ultraje forzado por la cólera, más que intencionadamente.
CREONTE.- ¿Fue declarado por éste abiertamente que, persuadido por mis consejeros, el adivino decía palabras falaces?
CORIFEO.- Eso dijo, pero no sé con qué intención.
CREONTE.- ¿Y, con la mirada y la mente rectas, lanzó esta acusación contra mí?
CORIFEO.- No sé, pues no conozco lo que hacen los que tienen el poder. Pero él, en persona, sale ya del palacio.
(Entra Edipo en escena.)
EDIPO.- ¡Tú, ése! ¿Cómo has venido aquí? ¿Eres, acaso, persona de tanta osadía que has llegado a mi casa, a pesar de que es evidente que tú eres el asesino de este hombre y un usurpador manifiesto de mi soberanía? ¡Ea, dime, por los dioses! ¿Te decidiste a actuar así por haber visto en mí alguna cobardía o locura? ¿O pensabas que no descubriría que tu acción se deslizaba con engaño, o que no me defendería al averiguarlo? ¿No es tu intento una locura: buscar con ahínco la soberanía sin el apoyo del pueblo y de los amigos, cuando se obtiene con la ayuda de aquél y de las riquezas?
CREONTE.- ¿Sabes lo que vas a hacer? Opuestas a tus palabras, escúchame palabras semejantes y, después de conocerlas, juzga tú mismo.
EDIPO.- Tú eres diestro en el hablar y yo soy torpe para comprenderte, porque he descubierto que eres hostil y molesto para mí.
CREONTE.- En lo que a esto se refiere, óyeme primero cómo lo voy a contar.
EDIPO.- En lo que a esto se refiere, no me digas que no eres un malvado.
CREONTE.- Si crees que la presunción separada de la inteligencia es un bien, no razonas bien.
EDIPO.- Si crees que perjudicando a un pariente no sufrirás la pena, no razonas correctamente.
CREONTE.- De acuerdo contigo en que has dicho esto con toda razón. Pero infórmame qué perjuicio dices que has recibido.
EDIPO.- ¿Intentabas persuadirme, o no, de que era necesario que enviara a alguien a buscar al venerable adivino?
CREONTE.- Y soy aún el mismo en lo que a ese consejo se refiere.
EDIPO.- ¿Cuánto tiempo hace ya desde que Layo...
CREONTE.- ¿Qué fue lo que hizo? No entiendo.
EDIPO.- ... sin que fuera visible, pereciera en un asesinato?
CREONTE.- Podrían contarse largos y antiguos años.
EDIPO.- ¿Ejercía entonces su arte ese adivino?
CREONTE.- Sí, tan sabiamente como antes y honrado por igual.
EDIPO.- ¿Hizo mención de mí para algo en aquel tiempo?
CREONTE.- No, ciertamente, al menos cuando yo estaba presente.
EDIPO.- Pero, ¿no hicieron investigaciones acerca del muerto?
CREONTE.- Las hicimos, ¿cómo no? Y no conseguimos nada.
EDIPO.- ¿Y cómo, pues, ese sabio no dijo entonces estas cosas?
CREONTE.- No lo sé. De lo que no comprendo, prefiero guardar silencio.
EDIPO.- Sólo lo que sabes podrías decirlo con total conocimiento.
CREONTE.- ¿Qué es ello? Si lo sé, no lo negaré.
EDIPO.- Que, si no hubiera estado concertado contigo, no hubiera hablado de la muerte de Layo a mis manos.
CREONTE.- Si esto dice, tú lo sabes. Yo considero justo informarme de ti, lo mismo que ahora tú lo has hecho de mí.
EDIPO.- Haz averiguaciones. No seré hallado culpable de asesinato.
CREONTE.- ¿Y qué? ¿Estás casado con mi hermana?
EDIPO.- No es posible negar la pregunta que me haces.
CREONTE.- ¿Gobiernas el país administrándolo con igual poder que ella?
EDIPO.- Lo que desea, todo lo obtiene de mí.
CREONTE.- ¿Y no es cierto que, en tercer lugar, yo me igualo a ustedes dos?
EDIPO.- Por eso, precisamente, resultas ser un mal amigo.
CREONTE.- No si me das la palabra como yo a ti mismo. Considera primeramente esto: si crees que alguien preferiría gobernar entre temores a dormir tranquilo, teniendo el mismo poder. Por lo que a mí respecta, no tengo más deseo de ser rey que de actuar como si lo fuera, ni ninguna otra persona que sepa razonar. En efecto, ahora lo obtengo de ti todo sin temor, pero, si fuera yo mismo el que gobernara, haría muchas cosas también contra mi voluntad. ¿Cómo, pues, iba a ser para mí más grato el poder absoluto, que un mando y un dominio exentos de sufrimientos? Aún no estoy tan mal aconsejado como para desear otras cosas que no sean los honores acompañados de provecho. Actualmente, todos me saludan y me acogen con cariño. Los que ahora tienen necesidad de ti me halagan, pues en esto está, para ellos, el obtener todo. ¿Cómo iba yo, pues, a pretender aquello desprendiéndome de esto? Una mente que razona bien no puede volverse torpe. No soy, por tanto, amigo de esta idea ni soportaría nunca la compañía de quien lo hiciera. Y, como prueba de esto, ve a Delfos y entérate si te he anunciado fielmente la respuesta del oráculo. Y otra cosa: si me sorprendes habiendo tramado algo en común con el adivino, tras hacerlo, no me condenes a muerte por un solo voto, sino por dos, por el tuyo y el mío; pero no me inculpes por tu cuenta a causa de una suposición no probada. No es justo considerar, sin fundamento, a los malvados honrados ni a los honrados malvados. Afirmo que es igual rechazar a un buen amigo que a la propia vida, a la que se estima sobre todas las cosas. Con el tiempo, podrás conocer que esto es cierto, ya que sólo el tiempo muestra al hombre justo, mientras que podrías conocer al perverso en un solo día.
CORIFEO.- Bien habló él, señor, para quien sea cauto en errar. Pues los que se precipitan no son seguros para dar una opinión.
EDIPO.- Cuando el que conspira a escondidas avanza con rapidez, preciso es que también yo mismo planee con la misma rapidez. Si espero sin moverme, los proyectos de éste se convertirán en hechos y los míos, en frustraciones.
CREONTE.- ¿Qué pretendes, entonces? ¿Acaso arrojarme fuera del país?
EDIPO.- En modo alguno. Que mueras quiero, no que huyas.
CREONTE.- Cuando expliques cuál es la clase de aborrecimiento...
EDIPO.- ¿Quieres decir que no me obedecerás ni me darás crédito?
CREONTE.- ...pues veo que tú no razonas con cordura.
EDIPO.- Sí, al menos, en lo que me afecta.
CREONTE.- Pero es preciso que lo hagas también en lo mío.
EDIPO.- Tú eres un malvado.
CREONTE.- ¿Y si es que tú no comprendes nada?
EDIPO.- Hay que obedecer, a pesar de ello.
CREONTE.- No al que ejerce mal el poder.
EDIPO.- ¡Oh ciudad, ciudad!
CREONTE.- También a mí me interesa la ciudad, no sólo a ti.
CORIFEO.- Cesen, príncipes. Veo que, a tiempo para ustedes, sale de palacio Yocasta, con la que deben dirimir la disputa que están sosteniendo.
(Yocasta sale de palacio.)
YOCASTA.- ¿Por qué, oh desdichados, originaron esta irreflexiva discusión? ¿No les da vergüenza ventilar cuestiones particulares estando como está sufriendo la ciudad? ¿No irás tú a palacio y tú, Creonte, a tu casa sin transformar un disgusto que no es nada en algo importante?
CREONTE.- Hermana, Edipo, tu esposo, pretende llevar a cabo decisiones terribles respecto a mí, habiendo elegido entre dos calamidades: o desterrarme de la patria o, tras hacerme prisionero, matarme.
EDIPO.- Asiento. Pues lo he sorprendido, mujer, tramando contra mi persona con mañas ruines.
CREONTE.- ¡Que no sea feliz, sino que perezca maldito, si he realizado contra ti algo de lo que me imputas!
YOCASTA.- ¡Por los dioses!, Edipo, da crédito a esto, sobre todo si sientes respeto ante un juramento en nombre de los dioses y, después, también por respeto a mí y a los que están ante ti.
ESTROFA 1ª
CORO.- Obedece de grado y por prudencia, señor, te lo suplico.
EDIPO.- ¿En qué quieres que ceda?
CORO.- En respetar al que nunca antes fue necio y ahora es fuerte en virtud del juramento.
EDIPO.- ¿Sabes lo que pides?
CORIFEO.- Lo sé.
EDIPO.- Explícame qué dices.
CORO.- Que, por un rumor poco probado, nunca lances una acusación de deshonor a un pariente obligado por su propio juramento.
EDIPO.- Entérate bien ahora: cuando esto pretendes, me estás buscando la ruina o mi destierro de este país.
ESTROFA 2ª
CORO.- No, ¡por el dios primero entre todos los dioses el Sol! ¡Qué muera sin dios, sin amigos, de la peor manera, si tengo semejante pensamiento! Pero esta tierra que se consume aflige mi ánimo, desventurado, si los males que les atañen a ustedes dos se unen a los que ya había.
EDIPO.- ¡Que se vaya éste, aun cuando deba yo morir irremediablemente o ser expulsado por la fuerza, deshonrado, de esta tierra! Ante tus palabras dignas de lástima me apiado, que no ante las de éste. Él, en donde se encuentre, será objeto de mi aborrecimiento.
CREONTE.- Es evidente que lleno de odio cedes, y estarás molesto cuando termines de estar airado. Las naturalezas como la tuya son, con motivo, las que más se duelen de soportarse a sí mismas.
EDIPO.- ¿No me dejarás tranquilo y te irás fuera?
CREONTE.- Me voy sin que me hayas entendido, pero para éstos soy el mismo.
(Se aleja.)
ANTÍSTROFA 1ª
CORO.- Mujer, ¿qué estás esperando para llevarlo a palacio?
YOCASTA.- Conocer qué es lo que ocurre.
CORO.- Una oscura sospecha surgió de unas palabras, pero también me desgarra lo que puede ser injusto.
YOCASTA.- ¿Del uno y del otro?
CORIFEO.- Sí.
YOCASTA.- ¿Y cuál fue el motivo?
CORO.- Basta, me parece que es suficiente, estando atormentado el país. Que se quede el asunto allí donde cesó.
EDIPO.- Date cuenta dónde has llegado, aun siendo hombre honesto en tu intención, haciendo caso omiso y embotando mi corazón.
ANTÍSTROFA 2ª.
CORO.- ¡Oh señor, no te lo he dicho sólo una vez: sabe que habría de mostrarme insensato, falto de razonable juicio, si te abandonara. Tú, que dirigiste con justicia el rumbo de mi querido país, cuando estaba sacudido entre desgracias, llegarás a ser también ahora un buen guía, si puedes.
YOCASTA.- ¡En nombre de los dioses! Dime también a mí, señor, por qué asunto has concebido semejante enojo.
EDIPO.- Hablaré. Pues a ti, mujer, te venero más que a éstos. Es a causa de Creonte y de la clase de conspiración que ha tramado contra mí.
YOCASTA.- Habla, si es que lo vas a hacer para denunciar claramente el motivo de la querella.
EDIPO.- Dice que yo soy el asesino de Layo.
YOCASTA.- ¿Lo conoce por sí mismo o por haberlo oído decir a otro?
EDIPO.- Ha hecho venir a un desvergonzado adivino, ya que su boca, por lo que a él en persona concierne, está completamente libre.
YOCASTA.- Tú, ahora, liberándote a ti mismo de lo que dices, escúchame y aprende que nadie que sea mortal tiene parte en el arte adivinatoria. La prueba de esto te la mostraré en pocas palabras. Una vez le llegó a Layo un oráculo -no diré que del propio Febo, sino de sus servidores- que decía que tendría el destino de morir a manos del hijo que naciera de mí y de él. Sin embargo, a él, al menos según el rumor, unos bandoleros extranjeros lo mataron en una encrucijada de tres caminos. Por otra parte, no habían pasado tres días desde el nacimiento del niño cuando Layo, después de atarle juntas las articulaciones de los pies, le arrojó, por la acción de otros, a un monte infranqueable. Por tanto, Apolo ni cumplió el que éste llegara a ser asesino de su padre ni que Layo sufriera a manos de su hijo la desgracia que él temía. Afirmo que los oráculos habían declarado tales cosas. Por ello, tú para nada te preocupes, pues aquello en lo que el dios descubre alguna utilidad, él en persona lo da a conocer sin rodeos.
EDIPO.- Al acabar de escucharte, mujer, ¡qué delirio se ha apoderado de mi alma y qué agitación de mis sentidos!
CREONTE.- ¿A qué preocupación te refieres que te ha hecho volverte sobre tus pasos?
EDIPO.- Me pareció oírte que Layo había sido muerto en una encrucijada de tres caminos.
YOCASTA.- Se dijo así y aún no se ha dejado de decir.
EDIPO.- ¿Y dónde se encuentra el lugar ese en donde ocurrió la desgracia?
YOCASTA.- Fócide es llamada la región, y la encrucijada hace confluir los caminos de Delfos y de Daulia.
EDIPO.- ¿Qué tiempo ha transcurrido desde estos acontecimientos?
YOCASTA.- Poco antes de que tú aparecieras con el gobierno de este país, se anunció eso a la ciudad.
EDIPO.- ¡Oh Zeus! ¿Cuáles son tus planes para conmigo?
YOCASTA.- ¿Qué es lo que te desazona, Edipo?
EDIPO.- Todavía no me interrogues. Y dime, ¿qué aspecto tenía Layo y de qué edad era?
YOCASTA.- Era fuerte, con los cabellos desde hacía poco encanecidos, y su figura no era muy diferente de la tuya.
EDIPO.- ¡Ay de mí, infortunado! Me parece que acabo de precipitarme a mí mismo, sin saberlo, en terribles maldiciones.
YOCASTA.- ¿Cómo dices? No me atrevo a dirigirte la mirada, señor.
EDIPO.- Me pregunto, con tremenda angustia, si el adivino no estaba en lo cierto, y me lo demostrarás mejor, si aún me revelas una cosa.
YOCASTA.- En verdad que siento temor, pero a lo que me preguntes, si lo sé, contestaré.
EDIPO.- ¿Iba de incógnito, o con una escolta numerosa cual corresponde a un rey?
YOCASTA.- Eran cinco en total. Entre ellos había un heraldo. Sólo un carro conducía a Layo.
EDIPO.- ¡Ay, ay! Esto ya está claro. ¿Quién fue el que entonces les anunció las nuevas, mujer?
YOCASTA.- Un servidor que llegó tras haberse salvado sólo él.
EDIPO.- ¿Por casualidad se encuentra ahora en palacio?
YOCASTA.- No, por cierto. Cuando llegó de allí y vio que tú regentabas el poder y que Layo estaba muerto, me suplicó, encarecidamente, cogiéndome la mano, que lo enviara a los campos y al pastoreo de rebaños para estar lo más alejado posible de la ciudad. Yo lo envié, porque, en su calidad de esclavo, era digno de obtener este reconocimiento y aún mayor.
EDIPO.- ¿Cómo podría llegar junto a nosotros con rapidez?
YOCASTA.- Es posible. Pero ¿por qué lo deseas?
EDIPO.- Temo por mí mismo, oh mujer, haber dicho demasiadas cosas. Por ello, quiero verlo.
YOCASTA.- Está bien, vendrá, pero también yo merezco saber lo que te causa desasosiego, señor.
EDIPO.- Y no serás privada, después de haber llegado yo a tal punto de zozobra. Pues, ¿a quién mejor que a ti podría yo hablar, cuando paso por semejante trance?
Mi padre era Pólibo, corintio, y mi madre Mérope, doria. Era considerado yo como el más importante de los ciudadanos de allí hasta que me sobrevino el siguiente suceso, digno de admirar, pero, sin embargo, no proporcionado al ardor que puse en ello. He aquí que en un banquete, un hombre saturado de bebida, refiriéndose a mí, dice, en plena embriaguez, que yo era un falso hijo de mi padre. Yo, disgustado, a duras penas me pude contener a lo largo del día, pero, al siguiente, fui junto a mi padre y mi madre y les pregunté. Ellos llevaron a mal la injuria de aquel que había dejado escapar estas palabras. Yo me alegré con su reacción; no obstante, eso me atormentaba sin cesar, pues me había calado hondo.
Sin que mis padres lo supieran, me dirigí a Delfos, y Febo me despidió sin atenderme en aquello por lo que llegué, sino que se manifestó anunciándome, infortunado de mí, terribles y desgraciadas calamidades: que estaba fijado que yo tendría que unirme a mi madre y que traería al mundo una descendencia insoportable de ver para los hombres y que yo sería asesino del padre que me había engendrado.
Después de oír esto, calculando a partir de allí la posición de la región corintia por las estrellas, iba, huyendo de ella, adonde nunca viera cumplirse las atrocidades de mis funestos oráculos.
En mi caminar llego a ese lugar en donde tú afirmas que murió el rey. Y a ti, mujer, te revelaré la verdad. Cuando en mi viaje estaba cerca de ese triple camino, un heraldo y un hombre, cual tú describes, montado sobre un carro tirado por potros, me salieron al encuentro. El conductor y el mismo anciano me arrojaron violentamente fuera del camino. Yo, al que me había apartado, al conductor del carro, lo golpeé movido por la cólera. Cuando el anciano ve desde el carro que me aproximo, apuntándome en medio de la cabeza, me golpea con la pica de doble punta. Y él no pagó por igual, sino que, inmediatamente, fue golpeado con el bastón por esta mano y, al punto, cae redondo de espaldas desde el carro. Maté a todos.
Si alguna conexión hay entre Layo y este extranjero, ¿quién hay en este momento más infortunado que yo? ¿Qué hombre podría llegar a ser más odiado por los dioses, cuando no le es posible a ningún extranjero ni ciudadano recibirlo en su casa ni dirigirle la palabra y hay que arrojarlo de los hogares? Y nadie, sino yo, es quien ha lanzado sobre mí mismo tales maldiciones. Mancillo el lecho del muerto con mis manos, precisamente con las que lo maté. ¿No soy yo, en verdad, un canalla? ¿No soy un completo impuro? Si debo salir desterrado, no me es posible en mi destierro ver a los míos ni pisar mi patria, a no ser que me vea forzado a unirme en matrimonio con mi madre y a matar a Pólibo, que me crió y engendró. ¿Acaso no sería cierto el razonamiento de quien lo juzgue como venido sobre mí de una cruel divinidad? ¡No, por cierto, oh sagrada majestad de los dioses, que no vea yo este día, sino que desaparezca de entre los mortales antes que ver que semejante deshonor impregnado de desgracia llega sobre mí!
CORIFEO. A nosotros, oh rey, nos parece esto motivo de temor, pero mientras no lo conozcas del todo por boca del que estaba presente, ten esperanza.
EDIPO.- En verdad, ésta es la única esperanza que tengo: aguardar al pastor.
YOCASTA.- Y cuando él haya aparecido, ¿qué esperas que suceda?
EDIPO.- Yo te lo diré. Si descubrimos que dice lo mismo que tú, yo podría ponerme a salvo de esta calamidad.
YOCASTA.- ¿Qué palabras especiales me has oído?
EDIPO.- Decías que él afirmó que unos ladrones lo habían matado. Si aún confirma el mismo número, yo no fui el asesino, pues no podría ser uno solo igual a muchos. Pero si dice que fue un hombre que viajaba en solitario, está claro: el delito me es imputable.
YOCASTA.- Ten por seguro que así se propagó la noticia, y no le es posible desmentirla de nuevo, puesto que la ciudad, no yo sola, lo oyó. Y si en algo se apartara del anterior relato, ni aun entonces mostrará que la muerte de Layo se cumplió debidamente, porque Loxias dijo expresamente que se llevaría a cabo por obra de un hijo mío. Sin embargo, aquél, infeliz, nunca lo pudo matar, sino que él mismo sucumbió antes. De modo que en materia de adivinación yo no podría dirigir la mirada ni a un lado ni a otro.
EDIPO.- Haces un sensato juicio. Pero, no obstante, envía a alguien para que haga venir al labriego y no lo descuides.
(Entran en palacio.)
CORO.
ESTROFA 1ª
¡Ojalá el destino me asistiera para cuidar de la venerable pureza de todas las palabras y acciones cuyas leyes son sublimes, nacidas en el celeste firmamento, de las que Olimpo es el único padre y ninguna naturaleza mortal de los hombres engendró ni nunca el olvido las hará reposar! Poderosa es la divinidad que en ellas hay y no envejece.
ANTÍSTROFA 1ª
La insolencia produce al tirano. La insolencia, si se harta en vano de muchas cosas que no son oportunas ni convenientes subiéndose a lo más alto, se precipita hacia un abismo de fatalidad donde no dispone de pie firme. Pido que la divinidad nunca haga cesar la emulación que es favorable para la ciudad. Al dios no cesaré de tener como protector.
ESTROFA 2ª
Si alguien se comporta orgullosamente en acciones o de palabra, sin sentir temor de la Justicia ni respeto ante las moradas de los dioses, ¡ojalá le alcance un funesto destino por causa de su infortunada arrogancia! Y si no saca con justicia provecho y no se aleja de los actos impíos, o toca cosas que son intocables en una insensata acción, ¿qué hombre, en tales circunstancias, se jactará aún de rechazar de su alma las flechas de los dioses? Si las acciones de este tipo son dignas de horrores, ¿por qué debo yo participar en los coros?
ANTÍSTROFA 2ª
Ya no iré honrando a la divinidad al sagrado centro de la tierra, ni al templo de Abas ni a Olimpia, si estos oráculos no se cumplen como para que sean señalados por todos los hombres. Pero, ¡oh Zeus poderoso!, si con razón eres así llamado, que riges todo, no te pase esto inadvertido ni tampoco a tu poder siempre inmortal. Se diluyen los antiguos oráculos acerca de Layo, extinguiéndose, y Apolo no se manifiesta, en modo alguno, con honores, y los asuntos divinos se pierden.
(Yocasta sale de palacio acompañada de servidoras.)
YOCASTA.- Señores de la región, se me ha ocurrido la idea de acercarme a los templos de los dioses con estas coronas y ofrendas de incienso en las manos. Porque Edipo tiene demasiado en vilo su corazón con aflicciones de todo tipo y no conjetura, cual un hombre razonable, lo nuevo por lo de antaño, sino que está pendiente del que habla si anuncia motivos de temor. Y ya que no consigo nada con mis consejos, me llego ante ti, oh Apolo Liceo -pues eres el más cercano-, cual suplicante, con estos signos de rogativas para que nos proporciones alguna liberación purificadora, puesto que ahora todos sentimos ansiedad, al ver asustado a aquel que es como el piloto de la nave.
(Entra en escena un mensajero.)
MENSAJERO.- ¿Podrían informarme, oh extranjeros, dónde se halla el palacio del rey Edipo?
CORIFEO.- Ésta es su morada y él mismo está dentro, extranjero. Esta mujer es la madre de sus hijos.
MENSAJERO.- ¡Que llegues a ser siempre feliz, rodeada de gente dichosa, tú que eres esposa legítima de aquél!
YOCASTA.- De igual modo lo seas tú, oh extranjero, pues lo mereces por tus favorables palabras. Pero dime con qué intención has llegado y qué quieres anunciar.
MENSAJERO.- Buenas nuevas para tu casa y para tu esposo, mujer.
YOCASTA.- ¿Cuáles son? ¿De parte de quién vienes?
MENSAJERO.- De Corinto. Ojalá te complazca -¿cómo no?- la noticia que te daré a continuación, aunque tal vez te duelas.
YOCASTA.- ¿Qué es? ¿Cómo puede tener ese doble efecto?
MENSAJERO.- Los habitantes de la región del Istmo lo van a designar rey, según se ha dicho allí.
YOCASTA.- ¿Por qué? ¿No está ya el anciano Pólibo en el poder?