lunes, 14 de diciembre de 2015

"LOS VIAJES DE GULLIVER de JONATHAN SWIFT

   Esta novela de Jonathan Swuift ha sido leída como una novela infantil, pero en ella subyace una cruda visión de la sociedad de su tiempo y del hombre que pasa por muy variados temas: desde consideraciones más trascendentales como las ideas de justicia o filosofía, pasando por la economía, la política, la vida doméstica, la estrategia militar, la salud,...hasta llegar a la propia idea de creación, desde una mentalidad ilustrada, crítica y muy lúcida, que encuentra en los viajes y en la narración en primera persona un modo de mostrar la realidad. El ideal que la razón descubre obliga a Swift a extremar su fe en el ser humano. Su propio final, abandonado a la locura, es testimonio de su lucha interior y de las contradicciones que le tocó vivir.
            Audiolibro, presentado por Mario Vargas Llosa:

https://www.youtube.com/watch?v=YRa5jqYp7Yc (consultada por última vez diciembre 11, 2015)   

Parte IV - Capítulo III
Aplicación del autor para aprender el idioma. -El houyhnhnm su amo le ayuda a enseñarle. -Cómo es el lenguaje. -Varios houyhnhnms de calidad acuden, movidos por la curiosidad, a ver al autor. -Éste hace a su amo un corto relato de su viaje.
Mi principal tarea consistía en aprender el idioma, que mi amo -pues así le llamaré de aquí en adelante y sus hijos y todos los criados de la casa tenían gran interés en enseñarme, pues consideraban un prodigio que una bestia descubriese tales disposiciones de criatura racional. Yo apuntaba a las cosas y preguntaba los nombres, que escribía en mi libro de notas cuando estaba solo, y corregía mi mal acento pidiendo a los de la familia que los pronunciasen a menudo. En esta ocupación se mostraba siempre solícito conmigo un potro alazán perteneciente a la categoría de los más humildes criados.


Pronuncian, al hablar, con la nariz y con la garganta, y su lenguaje se parece más al alto holandés oalemán que a ningún otro de los europeos que conozco, aunque es mucho más gracioso y expresivo. El emperador Carlos V hizo casi la misma observación cuando dijo que si tuviese que hablar a su caballo lo haría en alto holandés. La curiosidad y la impaciencia de mi amo eran tales, que dedicaba muchas de sus horas de ocio a instruirme. Estaba convencido, según más tarde me dijo, de que yo era un yahoo; pero mi facilidad de aprender, mi cortesía y mi limpieza le asombraban, como cualidades opuestas por entero a la condición de aquellos animales. Mis ropas le sumían en la mayor perplejidad, y muchas veces se preguntaba a sí mismo si serían parte de mi cuerpo; mas yo no me las quitaba nunca hasta que la familia se había dormido y me las ponía antes de que se despertase por la mañana. Mi amo tenía vehementes deseos de saber de dónde procedía yo, cómo había adquirido aquellas apariencias de razón que descubría en todas mis acciones, y, en fin, de oir mi historia de mis propios labios, lo que él esperaba que podría hacer pronto, gracias a mis grandes progresos en la pronunciación de sus palabras y frases. Para ayudar a mi memoria, buscaba la equivalencia de lo que aprendía en el alfabeto inglés y escribía las palabras con sus traducciones.